domingo, 9 de junio de 2013

Corazones jorobados, caminos solitarios.

De pronto sin mas la conversación dejó de tener sentido, era complicado tratar de colocar un tema en la mesa si no existía esa chispa explosiva de dos personas con feeling.

- Bueno, hablamos al rato. Fueron las últimas palabras al otro lado de la línea.

Caminar por una ciudad bastante fome no es buena ayuda para corazones vacíos y menos para mentes complejas y llenas de preguntas. El celular en la mano izquierda solo eran alucinaciones de algo bueno momentáneo.

Cruzar la calle y avanzar un par de cuadras, las mismas interrogantes, el por qué nos encontramos solos, el por qué de que todo parece tan mágico y luego todo parece tan vacío, la inconformidad de la soledad permanente. Muchas interrogantes en tan solo un par de cuadras.

 Doblar en la esquina a la izquierda, camina unos 90 pasos y  entrar al casino acordado. Cruzar el pórtico, saludar con la mejor sonrisa ensayada. Caminar erguido, pero llevar el corazón jorobado, todo dentro e parámetros magnificados por toda la situación de incertidumbre.

Sacar el celular del bolsillo, menú principal, abrir Mensajes y teclear: "No se en qué estaba pensando cuando te mandé a la mierda, solo se que te extraño y mucho. Tú pololo me debe odiar, pero me odio mas yo al dejarte escapar". Mirar el celular y apretar enviar, con esa misma rapidez tratarse de enfermo y cobarde.

Sentarse a cenar, tratar de divisar algo interesante, el tiempo pasa y no hay respuesta, ni anímica y menos de alguien al otro lado de la línea.Llega la cena, vibra el celular, desbloquear la pantalla, Nuevo Mensaje: "No te debe odiar menos que yo, al creerte todo lo que alguna vez me dijiste, si me quieres déjame ser feliz o tratar de serlo en otros rumbos". Dejar de comer, apagar el celular, pagar la cuenta, salir por el pórtico.

20 Minutos mas tarde sentado en la barra acordada, en la mano izquierda un celular apagado, en la mano derecha un vaso de cerveza ya listo para ser nuevamente llenado. En el fondo del bar una pareja de jóvenes, ambos con un feeling evidente y una tensión sexual para todos visibles. Par de mesas mas allá, tres hombres riéndose de cosas que no se logran oir debido a la música fuerte del local, todos con tragos en las manos, todos riendo, todos con cara de que algo bueno se viene.

El joven le toma la mano a ella y se acerca rápidamente a su oreja, levantándose de manera eficaz por encima de la mesa, con la misma seguridad se pronunciar esas palabras, "quiero coger contigo ahora en el baño", ella sorprendida se levanta de la mesa sin soltarle la mano, lo agarra y se dirige al baño del local. Para llegar a este había que cruzar el local de manera diagonal, cruza por el costado de la barra y cruzar un umbral de unos 20 metros, oscuro, lleno de javas de bebidas y cervezas por ambos costados, la primera puerto decía NO ENTRAR; SOLO PERSONAL AUTORIZADO. La segunda BAÑO DE MU ERES, era mas probable que un perro aprendiera a hablar que alguna mujer necesitara el baño esa noche.

Ambos entraron, 10 minutos pasaron para que volvieran a su mesa con mas feeling que nunca y con su tensión sexual amplificada.

En la barra el sujeto vuelve a sacar el celular, corazonada, encender el celular, esperar hasta que se u¿inicie adecuadamente, MENSAJE NUEVO: Llámame!!

- ¿Qué pasó?
- Siento que esto no va para ninguna parte- silencio incómodo-, tu quieres algo que yo no puedo darte..
- Te equivocas, así como yo me equivoqué.
- Pero..- pausa prolongada-, me mentiste, me hiciste creer.
- No te ofrecí nada que no pudiera cumplir.
- Ser feliz, eso me prometiste y no lo estás haciendo, te odio, me odio, ¿Por qué cresta te conocí?!!
Silencio al otro lado de la línea.

Ambos callados en sus respectivas líneas, no se sabe quien cortó primero, pero ambos afectados. Apaga el celular y lo guarda en el bolsillo derecho, se para, saca unos billetes y salda la cuenta del bar, cruza el umbral, ya no va tan erguido por la vereda, pero si con el corazón muchos mas jorobado.

Desde ese día sabía que lo que el creyó mágico, solo se convirtió en algo momentáneo y que se desencantó de la misma manera que se encantó de ella, al fin y al cabo, había aprendido a caminar solo.

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