viernes, 10 de septiembre de 2010

La Fuerza de los sueños

Trataba de encontrar palabras y situaciones claves para el desarrollo de una comunidad estable, justa y sin rencor.
Pero la tendencia de la gente cansada de la vida echaba por la borda cualquier idea nueva. No se entendía bien si era por envidia por lo que ellos soñaron y no lograron, o era porque el método de vivir los llenaba de miedo ante cualquier cambio, aunque sea pequeño, sobre la estabilidad condicionada de sus vidas.
No importaba la generación, ni el punto de vista, ni el método a utilizar, el fin de todos era el mismo, el mismo que este revoltoso buscaba con ansias, pero la forma de vida y las formas de la gente que a vivido mas tiempo que él empezaba a ganarle el gallito al ímpetu por cambiar las cosas.
Todo lo que rodea está mal, nada es justo, ni nada de lo que espera se desarrolla bajo parámetros éticos y justos. Todo lo que detestaba era la forma natural de hacer las cosas para convertirlas en desigualdad, esa terrible naturalidad de mucha gente.
Quizás este loco soñador estaba equivocado, posiblemente su forma de pensar no era acorde para la realidad y todos sus sueños eran eso, simplemente sueños nacidos de la observación, ni siquiera ideales.
No entendía la imposición del poder por solo colocarlo.
Aún creía, pero disminuyendo, en el poder de la conversa, del análisis y sobre todo en las experiencias registradas para que las generaciones próximas no las cometieran.
Pero veía como cada uno de los actos pasados se repetían y no entendía el por qué. Cada vez la idea del hombre castigador y estúpido crecía de manera tremenda.
No quedaba mas que esperar para que esos sueños se terminaran y acabaran en el lugar donde empezaron a brotar.
O esperar a contagiar con esos sueños.