El día martes ascendí con mis amigos Gonzalo Carvajal (Chalo) y Patricio González (Pato Khan) a una suerte de aventura y ocurrencia propuesta en un carrete, nace de la curadera y del estado de ebriedad de mi persona por ir a conocer la tan anhelada montaña, descrita en sin fines de veces por Khan.
La idea original era llegar al San Ramón, un bastión poderoso solo para valientes y por qué no, para locos también. Una semana antes de la travesía, aparecieron las lluvias y nevazones que empaparon la gran muralla andina. Por precaución para nosotros (Chalo y quien les habla), Khan nos invita a que mejor analicemos si seguimos con la travesía. Total el primer desafío sería llegar al refugio del cerro Provincia.
Era extraño para mi persona disponerme a realizar el viaje, suena raro, pero creo que la vida se encarga en momentos claves en enviarnos avisos o invitaciones para realizar locuras o desafíos. Esta fue una de esas.
Empezamos a subir a eso de las 13:10 de la tarde desde el puente Ñilhue, la primera instancia sería la cumbre del Naranjo, puedo decir que el comienzo del viaje fue bastante agradable, pero con el pasar de los minutos, esa sensación de agrado se fue volcando a un desagrado enorme, como las 16 hrs. el primer objetivo estaba realizado, un viaje duro, con cansancio pero con ganas de llegar lo mas pronto posible a la cima del Provincia. No quería irme de esas latitudes sin lograr mi anhelo personal.
El siguiente trayecto sinceramente fue por no decir de otra manera, la prueba mas desgraciada y conchasumadre que me a tocado. Todo el siguiente trayecto era de subida, lo peor era que el sol ya estaba empezando a escasear. Mientras subíamos la sensación térmica nos acechó sin reparo, y a su vez apreciamos con gusto como una ciudad mil metros mas abajo empezaba a tomar colores naranjos y rojos.
Cuando el sol desapareció, nos acompañó el frío y el cansancio, una combinación destructiva y poco amistosa. Pero el ánimo de llegar era mas fuerte, me acordé de todos mis demonios, de mis problemas, de lo que sucedía allá abajo (no me imaginaba ni por cerca lo que sucedía, ni lo que iba a suceder en los próximos días), de mi familia, de mi vida en si, de lo bueno y lo malo que he hecho, o de las acciones que mi parte han producido efectos en terceros.
Cada paso que se daba era un cansancio desgarrador, cada pisada era mas pesada, la nieve empezó su acto metros mas arriba, mi intención era llegar lo mas pronto posible a los 2000 msnm, pero ese conteo era lento y desgatante.
Cuando por fin llegamos a lo mas cercano de la cima, Khan nos motivó diciendo que después de la siguiente prueba el refugio era el premio, faltaba subir y pasar por el paso de rocas. Esta parte para mi, la subida fue el martirio. Una pendiente fuerte, con nieve y barro, sin luz y con frío, hacían ver que cada roca o espacio podría ser para esa noche un buen refugio y tratar de seguir a la mañana siguiente.
Avanzamos y logramos conseguir llegar al paso de las rocas, escalar un poco, demostrar fortaleza y convicción, una prueba dura pero valiosa para el ser. Cuando sorteamos estas vallas, la cima del Provincia era cosa de unos cientos de metros, el frío era mas implacable, el cansancio aumentaba de manera rápida, el deseo de rendirse se asomaba de manera locuaz.
Pero el ansia y demostrarse a uno mismo que las cosas se logran, me permitieron poder conquistar la primera cima, realizar el primer objetivo trazado, llegar con gran alegría a la cumbre del Cerro Provincia, 2700 metros. Desde arriba se contempla toda la cuenca de Santiago, se apreció sin problemas el estadio San Carlos de Apoquindo. Toda la ciudad palpitaba al igual que mi corazón que entre cansancio y goce sonaba aún mas fuerte en mi cabeza. La satisfacción de haber alcanzado la cima era tremenda y el frío era ya parte del pasado. Nos detuvimos unos segundos, ya era tarde y la necesidad de llegar al refugio imperaba. Bajamos un poco y por fin llegamos al que sería por dos días el castillo conquistado, la bandera arrebatada al enemigo, el oasis en el desierto.
Llegamos al refugio a eso delas 23:10, cansados, extenuados pero felices.
El despertar a la mañana siguiente confirmó no solo el esfuerzo realizado. Ayudó a darme cuenta el por qué los ermitaños en sus ansias de felicidad se alejan de todo para poder alcanzar su verdadera naturaleza. Se comprende de manera rápida y verídica lo necesario para cada persona. Es complicado describirlo, pero nuestra Cordillera de Los Andes nos ayuda a encasillarnos y delimitarlos de manera fuerte. Allá arriba, y mirar por encima de esa gran muralla, muchas preguntas se responden fácilmente.
Esta travesía no solo me confirma a dos grandes amigos como Chalo y Pato Khan, también me mostró lo valioso que son las personas que con esfuerzo han cruzado mi vida y se han quedado. Gracias por aquello y por compartir sueños e ideales.
Nuevamente en la urbe, me mostró mi intención no solo de volver, si no que de llegar mas allá, San Ramón será el próximo objetivo, el próximo anhelo, la próxima subida. El cóndor que nos despidió al bajar, solo nos realizó la invitación para la próxima meta, para llegar aún mas allá, donde el objetivo cumplido será la mezcla entre esfuerzo y convicción.
Mi llegada a Santiago se mezcló con la pasividad de la montaña y la revolución social que estamos viviendo como país. Nadie dijo que sería fácil, lo mismo que subir el Provincia. Pero la convicción de lograr las cosas nos llevará al ideal como sociedad. Un pueblo que reclama de manera justa la reivindicación social para todos. Exigiendo algo tan básico pero tan esencial como es la educación. Esa quimera que por años es deleite solo para algunos, ahora como pueblo se exige cambios para poder obtenerla de manera igualitaria, es un desafío así como llegar a la cumbre del Provincia, pero con convicción y con ímpetu, esta anhelada lucha la ganaremos.
Cada piedra en el camino y cada pendiente era la lucha a dar, era ese paco de mierda que se olvida que tiene familia y que vive en un país con hermanos de la misma tierra, pertenecientes a una mezcla rara entre tantas razas. Cada sonido de los pájaros era como esas ollas que chocan contra otro elemento día tras día, realizado por gente que está cansada de un modelo que sirve para unos pocos (y bastante pocos), recordándome que nada guarda silencio y que ese bozal que nos habían puesto en los años mas oscuros de nuestro país está mas suelto que nunca.
El frío de la montaña es indolente, es como este gobierno de mierda, sin sensibilidad y con la idea de imponer su modelo en contra de lo que quiere la sociedad en conjunto. Donde las cifras se basan en crecimientos para limitadas personas, en donde mi casa, mi familia, mis amigos y mis cercanos, esas putas cifras quedan solo en eso, y no se plasman en nuestra realidad. Para guarecernos del frío apelamos al abrigo, como esas luchas a diario para poder demostrar lo malo de nuestra sociedad, donde cada flayte hace lo que quiere, ¿pero se han puesto a pensar en que ese personaje es producto del modelo actual?, donde la falta de oportunidades y el sistema hace que la gente no pueda salir de ese mundo. Mi único abrigo para ese maldito frío, para ese ansiado ideal mio, es luchar por un educación mejor, por una sociedad mas crítica, por un país mas justo y por un pueblo que por fin se muestre vivo.
Este ascenso no solo me demostró convicción, me aportó una gran fuerza por seguir luchando por establecer un país mejor. Un país que no odie a los pacos, donde esos pacos cumplen ordenes de conchasumadres que no quieren cambiar este país. Cambiar este modelo donde el solo hecho de luchar, gritar, marchar te convierte en un comunista y no en un crítico. Donde el respeto sea parte del entorno, donde la convicción no esté en la cima de cumbres, si no que deambule por cada población.