martes, 5 de enero de 2010

Capítulo I

Cuando despertó nuevamente, Krim se dió cuenta que las cosas estaban en su perfecto lugar, desperó sin inconvenientes en su cama. Esta estaba compuesta por unas sábanas de color naranjo y un cubre cama que por situaciones de movimientos nocturno se e encontraba en la mayoría en el suelo.
De frente a su cama se encontraba un armario en el cual en su interior estaban ordenandos de manera casi pulcra todoas sus camisas de manera que hacían muy bien una desagradación de negros.

Bajo de este bonito espectáculo de camisas y colores encontrabamos ordenados sus zapatillas y zapatos, no eran tan prolijo el orden de estos, pero si se notaba con facilidadcuales erana sus preferidos.

Al costado de la cama estaba un velador con una foto de tres personas irreconocibles para Krim, eran dos personas altas mas un joven en el centro. La persona de la derecha era un hombre bien espigado, rubio t de ojos grandes. El joven del centro se mostraba con su reluciente cabeza rasurada, y una barba en forma de candado, prominente caso como un vikingo. La persona de la izquierda era una mujer con facciones bien delineadas, cara alargada, ojos grandes y un pelo liso de color negro asabache. Por la composición de la fotografía Krim dedujo que la mujer con el hombre del centro debeían tener algo mas allá de un cariño.

Al levantarse de la cama Krim se sintió incómodo y extrañado por estar en un lugar el cual no visitaba hace tiempo, pero no recordaba exactamente hace cuanto tiempo estubo allí.

Este lugar era distinto a como lo recordaba todos los dias, el color era sumamente contrario a la frialdad del negro que recordaba constantemente y que el encontraba su verdadero hogar.

Si bien era desconocido el lugar su cuerpo y sus acciones naturales le indicaban por donde andar, no era la primera vez que vajaba en ese espacio. Se dirigió de manera confusa hacia el baño, el sueño y el cambio aún hacian efectos en su cabeza. Al entrar se topó de frente con el único objeto que lo veía siempre y en todos esos disitintos lugares que despertaba a diario.

Un espejo con una gran grieta en la esquina superior derecha, y un borde de aluminio el cual no se aprecia junturas en ningún lado, era como si el espejo y el marco estaban unidos y mezclados en un único componente.

Al verse de frente se percató de que esta vez era rasurado y su barba era prominente, le encantaba la forma de candado que poseía y como se entretenía agarrandósela y jugando con esos miles de pelos que bajaban desde su mentón.

No sabía cual era la situación para este día, pero ahora debería jugar a ser el tipo de la foto central. Ya estaba acostumbrado a estos cambios, todabía no sabía que tenía que hacer pero si todo nuevamente sería una rutina pero con un cambio al final del día.

Descendió del baño por las escaleras y se topó de frente con esos ojos inmensos los cuales lo recibieron llenos de luminosidad.

-¿Cómo amaneciste?- dijo la mujer con un tono dulce.

-bien y ahora mejor al verte.

Un beso en los labios que era el premio de cada día hacían que todos los cambio a diario pasaran por alto, no eimportaba si hoy estubiera rasurado y mañana de otra forma, el espejo y esta mujer eran las únicos componentes que no cambiaban, eran sus cables a tierra, sus únicas guías, lo único que a el lodesencajaban de todo contexto y no entendía por que ellos eran los únicos que no se salían de los demás lugares.

-¿Todo bien?- preguntó con esa voz, la única reconocible en cualquier lugar para Krim.

-Te extrañé demasiado, y al verte si, todo bien.

Esas palabras y ese juego de actividades que había realizado lo había vivido cientos de miles de veces en distintos lugares, ahora hizo algo distinto, ne dejó pasar a esa mujer a la cocina primero, sabía que si lo hacía pasaría nuevamente lo que a venido sucediendo cientos de miles de veces.

Dió un paso y se percató que no hubiera nadie, dió el segundo y sintió como los vidrios empezaban a quebrarse de manera ráida. Las cosas de la cocina empezaban a reventarse, el florero que le llamaba la atención parecía esquivar todas las balas que de manera de abejas destrozaba todo a su paso y terminaban en el fondo de la cocina en la muralla.

El instinto de supervivencia de Krim hicieron que de manera innata se tirara al suelo y cojiera a esta mujer de la mano y la llevara de manera casi instantanea al suelo.

Las balas pasaban sobre sus cabezas como ráfagas interminables, el olor a polvora era asqueroso, esa imagen la había vivido cientos de miles de veces y el final nuevamente era el mismo, esa mujer estaba en el suelo, al lado de el, llenando el piso de un líquido calido de un rojo intenso, era la señal que nuevamente ella había muerto una mas en esas cientos de miles de veces.

Para Krim ver siempre esa imagen era espeluznante, no se podía acostumbrar. Los ojos de esa mujer lo llenaban de dicha y verlos desaparecer una y otra vez, lo descolocaban, lo mataban al igual que la bala que no alcanzó a esquivar y se incrustó en su pecho, al igual que esas cientos de miles de veces, ceró sus ojos y lo único que recordaba era esa trizadura en el espejo del baño.

No había nada ahora, solo oscuridad, no existía un túnel, no recordaba nada de su vida pasada, solo que eso era una mas de las cientos de miles de veces que lo había vivido.

Solo atinó a dejarse llevar y esperar que si sea la última vez.