9:15 de la noche y mi anatomía pasaba por fuera de centros comerciales cerrados, el movimiento de mi cuerpo solo podía aventurar un miedo a ser rechazado con el pase escolar al subir a uno de los buses que me podrían acercar a mi casa. Cruzando la calle Exposición rumbo al terminal San Borja, mi cabeza y mis recuerdos se abocaban solo a la conversa amena que un momento atrás había tenido con mis amigos de universidad.
Cruzando el paseo de la Estación, atravesando locales comerciales con sus cortinas abajo, se contemplaba con mayor esplendor las tonalidades de cada una de sus persianas, los colores metálicos aportaban a una secuencia grisasea sin un final por comprender.
Subiendo al segundo nivel de la estación a través de Almacenes París, se divisa la fila que hace espera para la llegada del bus con dirección a Paine. Ningún conocido, ya que dicha fila solo se presenta de oportunidad para gente que quiere olvidar su procedencia.
Pago el pasaje con mi carnet escolar y el chofer no me recrimina por mi estado etílico, no me hace ningún alcance, ni siquiera como mi madre, que una vez llegando a casa se da el placer de recriminarme por el estado con el cual vengo haciendo llegada.
Esta vez la suerte me acompaña, tal cual lo hará en su mayoría esta noche. Alcanzo a tomar posición en los asientos de la mitad del bus, justo mi suerte me acompaña para poder escoger a mi gusto la ventana, una preciosa vista que solo sirve de día, ya que de noche la Panamericana solo es una túnica negra, que no deja nada a la imaginación.
El bus enciende los motores y a medida que pasa los segundos noto que una mujer, cercana a mi edad, 25 a 30 años, no se siente muy bien, es mas, alcancé a sentir en esa primera instancia que deseaba llorar. Muy amablemente le realizo la pregunta de rigor, y esta con un alivio en su cara acepta sin vacilación mi cambio de posición. Ella tomaba desde ese instante mi asiento, yo pasaba a tomar un lugar de pie por todo el trayecto que quedaba.
Mi cabeza empezó a generar desde ese momento ideas para poder sacar provecho a dicha situación, el trayecto era largo y cansador, pero las ganas de leer y terminar el libro que me habían prestado nació de repente.
Mientras avanzaba en la lectura, la idea de llamar a mi primo de la quinta región nace y se funde en el accionar de tecleos de mi celular. Se oye al otro lado de la línea la voz de ese ser tan amistoso y con tanto cariño que siempre se recuerda. Salen a su vez ideas de proyectos a concretar, entre ellos uno que llenaría a ambos, pero que hace sin querer voltear la mirada de aquella mujer a la cual le fue cedido el asiento. Esta presta con atención la conversa que se da, solo puede obtener un 50% de dicha conversa, pero nota la intensidad y el entusiasmo que genera en ambas personas, lo raro es que solo puede adivinar a través de solo un integrante de dicha conversa, pero debido a su entusiasmo, solo puede atinar a sentir que la otra persona está igual de entusiasmada.
Su cara de tristeza que en un principio me conmovió, pasa a llenarse de incertidumbre cada vez que nuestras miradas se juntan. Sus ojos con lagrimas en un principio, se llenan de interrogantes e incertidumbres. Mi conversa con mi familiar sigue de manera regular abarcando gran intensidad y llenando de dudas a toda la gente del bus.
Media hora de recorrido y la primera instancia de parada es el pueblo de Buin. Una localidad que a crecido rápidamente en tan poco tiempo, y es envidia de mi natal Paine. El bus hace su arribo y aquella mujer que le fue cedido el asiento hace su agradecimiento a mi persona por dicho gesto, avanza por el pasillo y pide la parada en el próximo paradero. Sin pensarlo dos veces, me apresuro a cortar la conversa con mi primo y me dirijo sin otro desafío que hablar con aquella mujer. Esta asombrada al verme bajar del bus se dirige en dirección contraria al avance del bus, me quedo un rato pensando y analizando el por qué de mi decisión y solo se me ocurre llamar a esta mujer. Ella sorprendida voltea y me contesta la petición de poder hablar, el paradero era un lugar con una banca amplia y con habitual circulación de gente y vehículos, propicio para una conversa de dos extraños que por azares del destino se toparon sin razón.
Mi pregunta inicial era el por qué su cara de tristeza, siendo que debería estar alegre de estar bien, ser una mujer espectacular para mi gusto y con hombres como yo, que morirían tan solo con la opción de poder contar con su amistad. Ella incrédula, me mira con una cara sonrojada, y me dice que acaba de terminar con un tipo el cual le hizo sentir cosas que ningún otro hombre le había hecho alcanzar. Con estas pistas, solo atiné a mi experiencia, le brindé sin querer consuelo para tal desdicha. Mi táctica nunca a sido el querer desprestigiar a otros hombres, al contrario, tan solo me dedico a restablecer el autoestima de la mujer, recordando sus virtudes y sus atributos, que sin conocerla resaltaban a simple vista.
Pasando los minutos una química empezó a desbordar a ambos, ella sin querer me invita a su casa la cual se encontraba no muy lejos de ahí. Me advertía que su madre era simpática y que sin problemas podíamos entrar a su pieza, total su mamá era bastante liberal y no veía con malos ojos que aquella hija llegara con un tipo nuevo a la casa.
Sin querer esta amistad reciente, combinada con un estado de poco lucidez de ambos, nos llevó un rato a estar tan cercanos que la respiración de ambos se sentía pesada y áspera. La intención de mi parte ya estaba establecida, avanzar hasta que ella quisiera. Mientras pensaba en ideas o situaciones complejas, sus labios se encuentran con los míos, en acto reflejo el primer beso es correspondido con una mordida del labio superior de ella. La lengua de a poco se empieza a incorporarse y toma un papel mas protagónico.
Mientras que avanzaba la hora, se disminuía el temor de ambos, la presencia de la madre de mi actual amante, tomaba un papel lejano a la realidad, solo me encontraba yo y mi actual pareja, mi mujer, esa que en este instante me concedía una sensación de placer.
Mis manos recorrían su cuerpo, atravesaban los senos que hace un rato me parecían lejanos y deseables. Sin tapujos mis manos atravesaron su espalda y sin problemas desabrocharon su sostén, dejando a mi persona unos senos que no se movieron un centímetro de su posición, esos sostenes solo estaban de sobra ante dicha anatomía.
Su piel canela y su boca gruesa me permitían encontrarme ante una diosa, sus pechos se empezaban a entrelazar con mis dedos y sus pezones se endurecían al pasar de los segundos. Su estómago se juntaba cada vez mas seguido con el mío, las respiraciones se sincronizaban de tal manera que el jadeo era armónico.
Su polera de tiritas empezaba a despedirse de su anatomía, a medida que mis manos subían en dirección a su cabeza. Con sorpresa me encontraba con una musa, una mujer nueva, una nueva conquista. Su ombligo era redondo, se ajustaba impecablemente a su abdomen, uno fuerte, que inducía a un fuerte trabajo de gimnasio o a un trueque con la naturaleza.
Ella con menos sutileza me arrancó mi camisa, no desabrochó ningún botón, al parecer pensó que andaba con una polera como todos los tipos de mi edad. Risa y vergüenza sucedió a esta acción, ambos estábamos de frente con el torso desnudo. Sus pechos eran fuertes y abultados. Sin vacilación accedí a besarlos a succionarlos sin demora. Sus pezones eran pequeños pero duros, deleite para mi lengua y mis labios.
Tal fulgor de pasión nos llevó a desprendernos de los pantalones que ambos llevábamos, yo con un bóxer normal color negro y franjas rojas, resaltaban a simple vista mi calentura ante dicha mujer. Ella con una pantaleta calipso bien ajustada me mostraba su anatomía trabajada.
En mi cabeza no quedaba mas que calentura y deseo de penetrarla, de hacerla mia. No costó mucho hasta que ella tomara la iniciativa y me desprendió de mi ropa interior. Sus manos se fundieron con mi órgano, masajéandolo cada vez con mayor fuerza. Mis manos por acto reflejo quitaron su pantaleta, la oscuridad solo insinuaba su silueta, mis manos en cambio me mostraban su zona íntima con pocos bellos púbicos. Al cabo de unos minutos, mi miembro se encontraba en su interior, el movimientos de ambos se armonizaba con aquella pieza, eramos tan solo dos extraños que se entregaban al otro.
Su excitación era correspondida con la mía, mi lengua no tan solo recorría su boca, se movían por su cuello, cruzaban a sus hombros, saltaban a sus pechos, mientras mi pene sentía su interior.
Su interior era de una sensación sin precedentes, sus paredes vaginales eran suaves, eran fuertes, eran suaves, se lubricaban bien, inclusive mucho mas de lo que el deseaba. Ella con ojos de inocencia le pedía que no parara, que siguieran hasta el fin. El en ese instante solo atinó a recordar que no usaba preservativo, el miedo solo duró un segundo, el placer y la calentura fueron mayores.
Cambiaron posiciones muchas veces, ella le dio la espalda y él lo aprovechaba realizando sus fantasías mas oscuras. El tiempo avanzaba y el ritmo de ambos avanzaba, era mas intenso, se sincronizaron y ambos terminaron a la par. Lo mas cercano a lo divino se había gestado, sin saber, el había alcanzado a hacer el amor por primera vez, ella hace mucho tiempo no había alcanzado a tener un orgasmo, era uno nuevo, uno placentero, uno que la dejó cambiando esas lágrimas de pena, por lágrimas de felicidad.
Al otro lado de la línea se siente una felicidad por tal cuento, se podría adaptar bien a dos desconocidos que sin querer se aportan, esas palabras las condiciona mi primo y yo las asiento por acto reflejo con la cabeza. Son las 9:15 y mi dirección es a tomar el bus, tan solo me queda saber si el chofer no me de jugo y me permita pagar escolar, no importando mi estado etílico. La idea del nuevo proyecto estaba en pie, ahora era solo concretar, afinar el guión y poder encarnar a ambos personajes, las escenas de sexo serían sutiles, no queríamos una porno, queríamos hacer algo decente.
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