El padre hace rato no lo veía, el hijo hace rato le evitaba.
El padre viviendo como un prófugo de las responsabilidades, el hijo queriendo tener muchas responsabilidades.
El padre ya había engordado y se empezaba a ver de manera mas arcaica, el hijo trataba de modificarse para tratar de sentirse bien consigo mismo.
El padre odiando manejando lo que mas podía, el hijo ni a un metro de querer manejar.
Ambos se parecían físicamente.
Ambos se reían de forma parecida.
Ambos bailaban y caminaban de forma similar.
Ambos tenían rollos con sus padres.
Eran tan parecidos a simple vista, pero tan diferentes desde el punto de vista de cada uno de ellos.
Cabros chicos por naturaleza.
La vida no era precisamente lo mas importante para ellos.
Ambos no conocían para nada al otro y solo se basaban en especulaciones.
Si eran ambos parecidos, entonces estos personajes se detestaban.
Por eso ese cara a cara era tan desastroso.
Por eso ese cara a cara eran nervios sin control.
Por eso ese cara a cara demostraban lo que todos los volvían a igualar, una total y fraguada ignorancia y desinterés de ambas partas.
Ambos se trataron de burlar la mirada, pero consiguieron lo opuesto, en solo dos segundos se dijeron mas que una conversa de amigos acompañadas por unas cervezas y una buena conversa.
En solo ese mirar se dieron cuenta que ambos son parecidos.
Pero quedaba el consuelo para el hijo que el sabía lo que quería y sabía lo que realmente necesitaba para no llegar a ser como el otro protagonista del encuentro.
Todo por un peculiar cara a cara.
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