Ella tan solo llegó a este mundo, no lo pidió. Fue la segunda de tres hermanos, era la única mujer.
Su padre era muy común, tan común que un día salió y no volvió mas, por ello la imagen de un hombre era así, común, eran todos iguales.
A corta edad, antes que otros niños supieran leer, ella vivió la crueldad del ser humano, pero esa crueldad fue tapada por todo el mundo, por su madre y principalmente por esa niña que ya no lo era, el artífice de todo era un primo mayor, el mejor amigo y casi hermano de su hermano mayor
Miento al decir que su hermano nunca lo supo, para él, fue perder y abandonar para siempre a dos personas, una de 5 y otro de 16.
Ella creció apartada de todos, su madre ya no la dejaba ni a sol ni a sombra. Pero siempre, siempre, se le empezó a meter en la idea que la culpa había sido de esa niña de 5 años y no de ese monstruo de 16.
Pasó el tiempo y ya no era lo mismo, ella no jugaba con muñecas, ella se metía en los libros. Su adolescencia fue un paso al vacío, ella recordaba todo, los primeros deseos de la carne eran involuntarios, sus parejas fueron las beneficiadas, ella tan solo acompañaba, no estaba ahí.
Siempre tuvo las ganas de desaparecer, siempre se sintió utilizada, su pasaje de salida de este mundo eran pastillas o cuchillos, las primeras las usó dos veces, la segunda opción, unas tres, el último intento de salida la llevó a perder la sensibilidad en la mano izquierda.
Conoció muchas personas, a muchos hombres, y cada vez era todo mas vacío. Esa niña aún vivía dentro, pero nunca pudo crecer, menos pudo salir.
Intentó con un matrimonio, error, descubrió las golpizas de un hombre tan perturbado como ella.
Hay ocasiones donde es mejor darse por vencido, donde la vida se ensaña con ciertas personas, donde cada paso es peor que el anterior.
Esa niña rota lo único que quería y ansiaba es que alguna vez, solo una vez, tratar de escapar de todo, si surtiera efecto.